La palabra

Jesús Ramón Gandía

¿DIÁBETES O DIABETES?

La diabetes mellitus es una enfermedad bien conocida desde la antigüedad. De forma sencilla, podríamos definirla como un conjunto de trastornos metabólicos crónicos que se caracteriza por la elevación persistente de la glucosa en sangre y que tiene como una de sus características clínicas más notorias un gasto excesivo de orina.

La palabra tiene su origen en el griego diabétes, que a su vez deriva del verbo diabaíno “caminar”, formado a partir del prefijo dia, “a través de “, y báino, “andar, pasar”. Este término, que al castellano llega a través del latín, comenzó a usarse desde el siglo I d.C. por Areteo de Capadocia, con el sentido etimológico de “tránsito, paso”, intentando describir así la excesiva expulsión de orina (poliuria), que era el primer síntoma conocido de la enfermedad. Por muchos siglos la palabra diabetes se hizo sinónimo de poliuria, independientemente de la causa y, posteriormente, otros autores también la utilizaron para referirse a la expulsión de orina azucarada, sin tomar en cuenta la cantidad o composición.

Pero, ¿por qué una palabra esencialmente grave o llana (/diabétes/), tanto en griego como en latín, se ha convertido, especialmente en Venezuela, en una palabra esdrújula? El profesor Ángel Rosenblat nos explicaba, a través de su obra, que la razón era por la influencia de otros esdrújulos que comienzan con diá-: diálogo, diámetro, y sobre todo algunos de la terminología médica, como diástole, diálisis, diátesis, etc.

Por tanto, la palabra debe ser pronunciada en forma llana y escrita con minúscula, como los nombres de todas las enfermedades.

En el caso del adjetivo, mellitus, debe ser escrito así, mellitus, con doble ele y en cursiva por ser el nombre latino y no con mayúscula ni entrecomillado como se encuentra en numerosos textos.

Bibliografía:

  • Rosenblat Ángel. Buenas y malas palabras
  • Díaz Rojo, Antonio. El término diabetes: aspectos históricos y lexicográficos
  • Fundéu BBVA