Como un miembro más del cuerpo médico del hospital Clínico Centro Médico de Caracas, creo oportuno resaltar el éxito que tuvo la acertada celebración del septuagésimo segundo aniversario de la puesta en marcha de nuestro hospital, que llevó a cabo nuestra Sociedad Médica.
Fue realmente una muestra de buen gusto y sobriedad; una extraordinaria muestra de la capacidad de convocatoria que tiene este grupo de jóvenes médicos que conducen a la sociedad y un excelente tino en la manera en que se manejó la actividad divulgativa –por decirlo de alguna manera– durante el día.
La idea de hacer que médicos habláramos de temas no médicos, hizo un día en el que pudimos vernos y encontrarnos como lo que somos: amigos, más que como colegas y compañeros de trabajo. El pasado 18 no oímos de estadística ni de signos y síntomas; no nos sumergimos en imágenes radiológicas ni de biopsias, sino que paseamos de la mano de cordiales y excelentes oradores por la Caracas de antaño; las virtudes de nuestro venerable colega José Gregorio Hernández; fuimos invitados de honor a la pugna entre Asclepius y Apolo y pudimos encontrarnos con la deidad Hygeia y reconocerla en la obra de arte del frontispicio del hospital. Pudimos descubrir que la notoriedad de algunos personajes llamados por la gente: notables, fue más por sus errores que a la postre desvirtuaron sus méritos, que por los méritos que ya era más que suficiente.
En ese día fuimos aguerridos y solidarios estudiantes que enfrentaron en 1928 la férrea dictadura y el despotismo de Juan Vicente Gómez y del mismo modo recorrimos las vertientes por las que corre la felicidad, y comprendimos que ella es una fuente de salud y prolongación de la vida. Felizmente nos enfrentamos a los retos existenciales y profesionales que nos espeta a diario la tecnología y su vertiginoso desarrollo y abrumados por ese avance, decidimos escaparnos al sosiego y la paz del método de cultivo Bonsai y la verdadera vida de los perros.
Fue un día extraordinario, que culminó de la única forma posible con un sobrio y exquisito obsequio y moderado y excelente brindis.
No hay otra posibilidad que resaltar esta celebración que nos permitió reafirmarnos que somos una sólida familia. Somos una institución humana que como nos explicó Nissim, nos hace felices.
Felicito y agradezco sinceramente a la extraordinaria Fátima, a Michelangelo, Saverio, Aldo y Carlos, por el esfuerzo que hicieron para darnos tan buen regalo.
Dr. Francisco Javier Márquez Yanes. Octubre 2019